24 diciembre, 2011
Es una adicción, es un infierno, es no parar de temblar.
¿Qué más podían hacer? El amor se había acomodado sobre sus hombros como un loro sobre su pirata y no había forma de hacer que se marchara. Y, en realidad, tampoco querían que se fuera. Solo les hacía falta una casa sin paredes, un día lluvioso y mucho polvo de hadas, de ese que se te mete por la nariz y te hace estornudar, y luego reírte, y luego volver a estornudar. Se meterían bajo una manta, dejarían la dura y cruel realidad atrás y se dirían ‘te quiero’ entre miradas y sonrisas. Y nadie más lo vería. Porque no necesitaban a nadie más…
27 junio, 2010
Si no tuviéramos corazón, seríamos solo máquinas.
Hay días en los que lo vemos todo de color gris, o peor aún, todo negro. La oscuridad parece cernirse sobre nosotros y no hay ni un rayo de luz que nos indique qué camino hay que escoger. Hoy, muy a mi pesar, ha sido uno de esos días. A cada paso que daba me pesaba tu ausencia, y en cada rincón me faltabas tú. Me he levantado abrazada a un hueco vacío, he desayunado sola, he comido sola y me he pasado la tarde llorando, echándote de menos. Hacía mucho que no tenia esta sensación de dolor y angustia en el pecho, desearía dejar de sentir.
Parecerá una actitud egoísta e infantil, pero te quiero aquí, conmigo, cada segundo. He pasado la mejor semana de mi vida a tu lado, y ahora estar tan lejos de ti me está matando. Me acostumbré a despertarme y que lo primero que vieran mis ojos fueras tú, desayunar contigo, fregar los platos a tu lado y acabar ambos llenos de espuma, tumbarme en el sofá y saber que vendrías a tumbarte conmigo dándome un beso y acurrucándote a mi lado, bañarme contigo en la piscina, en la playa, reírnos por todo y por nada, hacer tonterías juntos importándonos muy poco lo que pudieran pensar los demás, ducharme contigo, hacer el amor contigo una y otra vez, y después quedarnos dormidos entre latidos acelerados y te quieros a media voz. Ahora me despierto a media noche y no te veo, no puedo observar tu carita de niño que tienes cuando duermes. A mi lado no hay nada. Mi cama está vacía.
Nunca pensé que podría llegar a sentir tanto por alguien. Hubo un momento en mi vida que me enamoré a más no poder, quise con cada uno de los poros de mi piel y juré que nunca más volvería a enamorarme de tal manera… pero luego apareciste tú y sin proponérmelo empecé a quererte con el primer abrazo, empecé a necesitarte más que el aire que respiraba… y créeme, no he querido nunca tanto. Eres todo lo que necesito, solo te quiero a ti. Tus ojos, tu boca, tu pelo, tu nariz, tus manos, tus pies fríos, tu sonrisa, esas ganas de querer comerte el mundo, ese corazón tan grande que tienes que no te cabe en el pecho, tu manera de ser, de estar, de quererme, de hacerme feliz.
Quiero pasar cada segundo que me quede a tu lado. Me da igual lo que digan los demás. Ellos no saben lo que siento, no pueden hacerse una infinitésima idea de lo que tú me haces sentir. Y si quieren pensar que a los diecisiete años no se puede amar, que lo piensen, me da igual. Pero yo sé que esto es amor. Sé que te amo, y sé que pase lo que pase, nunca voy a cambiar de opinión.
Gracias por ser y estar siempre. Por enseñarme la parte más bonita de la vida. Gracias por todo lo que hemos pasado, y gracias también por todo lo que nos falta por vivir. Te quiero. Te necesito. Te echo de menos.