15 enero, 2009

Cenicienta.

Ella es una Cenicienta, pero una Cenicienta sin príncipe. No sabe por qué, quizás se ha quedado estancada en el pasado, quizás ella nunca encontrará a su príncipe verde… No, ella no quiere un príncipe azul, siempre acaban por desteñirse. Ella quiere uno verde, y parece no encontrarlo nunca. Busca en cada rostro, en cada corazón, pero no encuentra nada. Tan solo miradas vacías, corazones muertos. Hoy hace calor. Se sienta en la terraza, se deshace de sus zapatos de princesa y enciende un cigarro. Le da dos caladas y observa el recorrido del humo al deslizarse entre sus labios rojos. Luego nota unos labios posarse en su cuello. Ahí está él otra vez, como cada tarde que el sol toca en la terraza. Ella deja caer la cabeza hacia atrás y suspira de placer. Él aprovecha para ponerse enfrente de ella y besarla con pasión. La aúpa y se sienta él en la silla, sentándola sobre sus piernas. La ropa sobra por momentos, ella le deja la marca de sus labios rojos en su piel, él le quita la ropa con la boca de la manera digna para una princesa. Ella suspira y él la hace suya…arriba, abajo, y más, y más… Ambos sudan y sueltan gemidos de placer. Él busca su oreja y le muerde el lóbulo levemente.
- Cenicienta… -susurra.
Eso la hace gemir más fuerte aún. Cuando acaban, él la besa en la nariz, en la mejilla, y finalmente, en los labios. Luego ella se levanta, se pone sus braguitas de leopardo, le da una última calada al cigarro que había caído al suelo y estaba apunto de consumirse y se mete en la habitación. Se tumba en la cama y le espera de nuevo. Dentro de cinco minutos volverá a hacerla sentir una princesa, su princesa… y aunque él nunca llegue a ser su príncipe verde, será su único príncipe.

1 comentario:

Acaríciame..