Abbey estaba nerviosa. No podía tenerle tan cerca y no hacer nada. Pero ahí estaban, en ese parque medio iluminado por la tenue luz de luna, compartiendo vivencias, sonrisas y muy de vez en cuando, tímidas miradas. A ambos les ardían las mejillas del corazón. Abbey nunca habría sido capaz de hacer eso, pero lo hizo. Acercó su mano a la de él y la agarró fuerte. Muy, muy fuerte. Tenía miedo. De que él volviera a irse, de perderse en un gran mar de soledad, de encontrarse sola, de que su barba arañáse la piel de otras mujeres. De todo. No quería estar sola. No quería quedarse sin él. Siguieron hablando mientras sus almas se unían mediante el lazo que habían creado uniendo sus manos. Sus dedos empezaron a acariciar el pequeño brazo de Abbey. A acariciarle el alma. Ella se estremeció y se

Al poco rato se fueron, cogidos de la mano. Él se comió un chicle, y ella especulaba sobre su gusto, su olor, sobre la fusión de sus labios con esa fruta aún desconocida. Él la acompañó a casa. En el portal, la cogió de la mano y la miró a los ojos.
- ¿Volveremos a vernos pronto? -susurró.
Abbey asintió. Se moría de ganas por otra noche así. Se moría de ganas de estar entre sus brazos, de que él suspirara al pronunciar su nombre. Se puso de puntillas y rozó sus labios con los de él. Melón. Esa era la fruta desconocida. Melón, ni más ni menos. Con ese beso consiguió volar... ser libre una vez más. Pompas de colores, estrellas, amor, felicidad. Ganas locas de dejarlo todo y echar a correr. Ganas locas de amarle y que él ame del mismo modo. Ganas locas de él..
Me da miedo confesar que yo soy Abbey Down. Que yo estoy enamorada de ese chico que me ha dejado tantas veces que ya he perdido la cuenta. Que yo soy la tonta que sigue cayendo una vez más, y otra, y otra, simplemente porque sus labios me dan la vida. Me da miedo que él se de cuenta de que daría todo por él. Me da miedo, por qué si él se entera, quizás vuelva a dejarme. Y, entonces, ¿quién va a ser mi otra cuerpo, mi otra piel? Mi equilibrio, mi equipaje... No, nunca va a saberlo. Ni él, ni nadie. Ni siquiera tú. Nunca vas a saber quién soy yo, esa pequeña muchacha pálida de labios rojos que se hace llamar... Abbey Down.
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ResponderEliminarIncreíble Abbey.
ResponderEliminarMe encanta tu facilidad de plasmar un pequeño gesto en un gran sentimiento. Ganas locas de él... eso es lo que me pasa. Aunque yo nunca rozo sus labios.
Como bien dijiste, volverás a él... haga lo que haga.
Que yo soy la tonta que sigue cayendo una vez más, y otra, y otra,
¡me encanta!
Un beso Kuka.
ah! muy bonito el nuevo diseño
Dios, ¿Pero cómo puedes escribir tan bien?
ResponderEliminarMe encanta, me encantaa *_*
El nuevo diseño está genial.
El amor te suele jugar malas pasadas. Pero recuerda, siempre los momento que pasas mal por amor se compensan con los que pasas como un sueño. De todas maneras, el amor es un sentimiento más, neutro para algunos, positivo para otros,y negativo para otros cuantos. A veces hay que dejar todo el pasado atrás, dejar de ser la niña tonta que cae y cae, y que es utilizada a ser una chica madura que sabe lo que le viene encima y es capaz de soportar cualquier golpe y cualquier encantamiento.
ResponderEliminarNadie es perfecto, y él tampoco. Quítale la máscara.
No hay que confundir que, a veces, queremos no por lo que sentimos por esa persona.. sino, por miedo a no quedarnos solos.
ResponderEliminarSaludos, linda!