07 diciembre, 2009

¿No lo ves? Me derrites.


El corazón me late al ritmo de la música. Noto el bajo en el pecho: pum, pum. A causa de la neblina producida por el humo y los haces de luz intermitente que caen desde el techo y paredes de la discoteca, es difícil distinguir algo en la estancia, plagada de cuerpos que se contorsionan. Bailo sin hacer caso a mis pies que se quejan por el dolor que les producen los zapatos de tacón, y un cigarro se consume entre mis dedos. Sonrío y no importa si alguien choca conmigo y me clava su codo en mis costillas. No duele.
Doy un par de vueltas y camino decidida hacia un chico que me ha llamado la atención hace rato. La sonrisa no se borra de mi rostro hasta que mis ojos se entrecruzan con los únicos que brillan intensamente esa noche. La sonrisa desaparece, el cigarro cae y yo, me paro. No puedo creer lo que veo. Él está ahí, mirándome sin hacer nada, sin hacerle caso a los que le hablan a su lado, sin quejarse por el ensordecedor ruido de la música. Sólo mirándome.
Dejo de lado al chico de antes y me abro paso entre la gente para llegar a él. Cuando llego, él no sonríe. Tampoco dice nada, solo me mira.
- Has venido -digo, con la voz casi inaudible por el sonido de la música, pero él me entiende.
Asiente levemente y por fin sonríe. Casi como un milagro, una canción lenta se apodera del ambiente y él rodea mi cintura con sus brazos atrayéndome hacia él. Me acomodo en su pecho y cierro los ojos. Huele increíblemente bien y me siento increíblemente protegida entre sus brazos.
Las canciones van cambiando, y nosotros nos vamos amoldando a cada una de ellas, nunca separados, siempre juntos. De repente, nuestros labios se encuentran, y le beso, y ya no quiero dejar de hacerlo porque besarle es lo único que me demuestra que sigo viva. Nos desgastamos los labios a besos, nos contamos todo lo que hemos callado bien despacito para estar juntos más tiempo, memorizamos nuestros cuerpos con nuestras manos y sentimos que podemos morir en ese mismo momento porque estamos juntos.
Sentirme con él es lo más bonito que puede pasarme esa noche. Verme en sus ojos reflejada, oír su corazón latir, notarme protegida entre sus brazos, morirme en sus besos, darle mi corazón en bandeja y no arrepentirme de nada.

Lástima que eso solo sea fruto de mi imaginación. Lástima que esa noche me fuera a dormir con ganas de tu abrazo...

3 comentarios:

  1. =o asi es el corazon, cuando encuentra otro corazon que lo deje saltando, nos hacen falta mas abrazos y mas besos toda la noche =D

    Cuidate un saludito

    ResponderEliminar
  2. Preciosista texto.
    Escribe usted muy bien.


    saludos desde el sur de Iberia.

    ResponderEliminar

Acaríciame..