08 noviembre, 2009

La pequeña Juliette no puede dejar de amarle.

Juliette le mira desde lejos mientras él escoge su ropa para esa noche. Quién fuera esa ropa que roza su piel día tras día. Quién fuera el aire que se cuela entre sus pestañas. Quién lo fuera...
De repente, siente como su corazón se hace más grande en una décima de segundo y nota un fuerte dolor en el pecho. Eso de que su amor se haga más grande cada vez que le mira es insoportable.
Él nota esos ojos grises fijos en su cuerpo y se gira, encontrándose con la mirada de Juliette. La sonríe tiernamente y vuelve a mirar la ropa. Ella sonríe tontamente, recordando el destello de sus ojos color miel, y se apoya en el marco de la puerta sin apartar la mirada de él. Es como una droga, no puede dejar de mirarle...
- ¡Eh, Jul! ¿Qué te parece esta camiseta?
Ella asiente y le sonríe. No mira la camiseta, pero no importa. Sabe que le quedará bien, como todo lo que se pone.
Él asiente también y se gira, dirigiéndose a su habitación para cambiarse. Juliette, al ver que se ha quedado sola en la habitación, se va al comedor y se sienta en el sofá, notando como las lágrimas descienden por sus mejillas. ¿Cuándo tendrá el valor para ir allí y decirle que ella es la única que le ama como nadie? ¿Cuándo tendrá la fuerza suficiente para cogerle del brazo y besarle? ¡¿Cuándo?!
Esconde su cara entre sus manos, guardando también todas esas preguntas, y llora en silencio. Ese amor la está matando. Debería salir ahí afuera y buscar a alguien que de verdad la pudiera hacer feliz. Debería dejar ese amor en un rincón olvidado de su corazón, para que no le hiciera más daño. Pero no puede. Su vida no está completa si él no está en ella.
De repente, nota unas manos en sus rodillas y descubre su cara para mirarle. Es él... siempre es él.
- Juliette... -dice, con un susurro que le llega al alma.
Niega con la cabeza, se seca las lágrimas y sonríe. Está rota... pero sonríe. Él acuna su pequeña carita entre sus manos, pasa sus pulgares por su mejilla y se inclina sobre ella. Demasiado cerca. Demasiado tentador. Demasiado... suyo.
Cuando sus labios rozan los de la pequeña Juliette, su corazón se para. Mucho amor guardado y poco espacio para almacenarlo todo.
Sus lágrimas, que vuelven a brotar, más tímidas que al principio, mojan también el rostro de él, pero parece no importarle. Y tampoco importan ya las lágrimas cuando ambos yacen en la cama, demostrándose todo lo que llevan guardando durante tantos años.
Todo vale en ese momento. TODO. Incluso los sentimientos, pequeño. No pasa nada si los dejas entrever... prometo no decírselo a nadie.
Después del último gemido, ella sabe que será suya para siempre. No de verdad, claro, pero sí en su corazón. Para ella siempre será el único, y para él.. solo una más de todas las que pasan por su cama.
Juliette nunca podrá olvidarle. Llega a esa conclusión mientras le observa, dormido a su lado, con un brazo rodeando su cintura. Hubo una época en la que se convenció a ella misma de que nunca podría a estar con él. Lo pasó mal, sufrió, pero acabó superándolo. Ahora que ha probado la miel de sus besos, el calor de sus caricias, la textura de su piel.. ya nada volverá a ser igual. Nunca podrá dejar de quererle...

2 comentarios:

  1. Juliette se hace daño a si misma, la cuestión es , juliette quiere hacerse daño? es muy facil que le digan olvidale, pero y si ella no quiere olvidar?


    awesome as always my lady
    Lenda.

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  2. ' debería salir ahí afuera y buscar a alguien que de verdad la pudiera hacer feliz'
    creí que era la única que alguna vez lo había pensado...
    'Su vida no está completa si él no está en ella'
    Ya veo que no;)
    ¡precioso kuka!
    Una vez más, demostramos nuestra necesidad de su droga <3
    Un beso

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